martes, 18 de enero de 2011

Lección del día.

Hoy he aprendido que la paciencia es una virtud de la que carezco (bueno, un poco tendré, sino madremía). Creo que no es algo con lo que se nace, sino que debemos aprender a usarla, algo así como tocar un instrumento. Seguramente habrá gente a la que se le de mejor, y tendrá más cualidades que faciliten el aprendizaje, pero nadie tiene una paciencia infinita. Conozco un blog en el que se habla de que cada día cometemos errores, y lo mejor de ello es que aprendemos de nosotros mismos, pues es mejor cometer errores y aprender a trompicones, a que te enseñen cómo se debe vivir, y pretender hacer todo a la perfección. Por ello yo hoy he aprendido que debo ser mas paciente, y no solo con las personas que me importan, sino también conmigo misma, pues ese es el primer paso a dar.

Espero que mis reflexiones sean del agrado del lector, y que le ayude a tomar alguna que otra decisión. Pero lo dicho anteriormente, ¡a cometer errores y a aprender!

Nota: ¿sin excesos eh?





Dedicado a alguien especial.







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Presentación. Volutas de humo violeta.

La pequeña se encontraba ensimismada observando cómo la cálida brisa se llevaba consigo el humo que desprendía el cigarro de su padre. Algún día podría ser como él, tan importante y ajetreado, ocupado muchas veces con el teléfono móvil y a veces ausente varios días a la semana. Aún así era una persona anonadante, sus obras de arte estaban guardadas bajo llave en un destartalado almacén en el jardín, donde habían quedado olvidados antiguas sensaciones y recuerdos, pero a su vez seguían vivos, plasmados en la grandiosidad de cada elemento gráfico. Ella había heredado el don, y no lo desaprobecharía, pues algún día sería tan importante como él, y no por el hecho de controlar una gran empresa o estar reconocido en el mundo de los negocios, sino por cómo fluirían sus manos sobre el lienzo, utilizando el lápiz como si su vida fuera en ello. Él se había escondido en aquel mundo, sin mostrarse a nadie como realmente era, por miedo a ser rechazado, pero ella lucharía por conseguir lo que más anhelaba, su razón de ser. No solo lograría ser bienvenida, sino que también haría que él disfrutase de todo aquello a lo que renunció por ser un cordero en un mundo de lobos. Si, era una persona increíble su padre, y la brisa cálida seguía robando el humo de sus cigarrillos, mientras ella observaba, valanceándose en su columpio.